10 Mar
10Mar

Habitar nuestro cuerpo pareciera algo implícito y dado por el simple hecho de nacer en él, sin embargo con la historia de vida que vamos teniendo durante nuestro desarrollo y en camino a nuestra etapa adulta vamos recolectando varias huellas o heridas que nos van marcando de manera permanente y nos van formando a lo que hoy somos.

Los traumas y dolores del alma se van grabando en nuestra musculatura originando estas contracciones crónicas que hoy nos conforman creando una armadura particular llamada estructura de carácter. 

La estructura de carácter o armadura la hemos creado inconsciente y sabiamente para sobrevivir, sin embargo hay momentos en que dicha armadura ya no nos protege y más bien nos lastima o llega a quedar pequeña, es ahí cuando necesitamos entrar a  visibilizarla, entenderla, validar su origen y re programarla para actualizarla a una nueva versión que vaya más acorde a nuestra situación actual para poder tener mejores recursos al afrontar la vida. 

La estructura de carácter o armadura se agradece como el maravilloso mecanismo de supervivencia que es y como el mapa de autoconocimiento que es para adentrarnos a conocer nuestro ser en todas sus capas. 

La importancia de desmenuzar estas capas es ver cual es la configuración que tenemos y como nos hace restringir el flujo de energía, como impacta nuestra respiración y por ende nuestras emociones y nuestra forma de percibir el mundo. 

Modificar conscientemente en terapia esta estructura con la que contamos me permite ir sanando poco a poco e integrando partes de mi que hoy me sirven como herramientas para construir nuestra realidad y bienestar. 

Se trabaja con la consciencia en el cuerpo y en las emociones que lo habitan para crear espacio. 

Al trabajar con la consciencia vamos adquiriendo más claridad y mayor visión, lo cual nos permite también entendernos desde una parte mucho más profunda como seres espirituales viviendo una experiencia corporal. 

El camino de aprender a través de lo psicocorporal es la puerta para acceder a un entendimiento mayor de que somos mucho más que el cuerpo y nuestras emociones, que si bien son un excelente mapa y nuestras herramientas para comprendernos y gestionarnos de manera consciente, también nos permiten acceder a esa brecha profunda del observador interno ecuánime que es la presencia más elevada que nos conecta directamente con la confianza y la divinidad implícita en la vida misma. 

Conocernos y aprender a través del cuerpo nos permite vivir la experiencia del apego y desapego de nuestros conceptos, lo que creemos que creemos y las nuevas narrativas que podemos grabar invitándonos siempre a la flexibilidad y a recorrer el camino con ojos nuevos cada día. 

La importancia siempre es tener presente que corporalmente somos un mapa para profundizar en todo lo que somos a un nivel y entender desidentificándonos al mismo tiempo, que somos mucho más que solo este cuerpo que nos prestaron por un tiempo definido. 


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