04 Feb
04Feb

PLANTEAMIENTO 

A menudo la crisis espiritual y la necesidad de devoción son un problema que aqueja a nuestra sociedad actualmente, podemos ver en las calles y hasta en conocidos cercanos personas viviendo sus vidas de forma rutinaria y monótona desbordados por la insatisfacción sin saber que pueden estar sufriendo una crisis espiritual. Comúnmente este tipo de crisis se puede llegar a confundir con una crisis psicológica debido a la falta de conocimiento sobre nuestro ser espiritual y su necesidad de atención, escucha y cuidado. Esto es en gran parte el origen de  la pérdida de un sentido más profundo en esta experiencia llamada vida. La búsqueda de la “felicidad” se ha vuelto un expectativa inalcanzable y que nos provee de mucha frustración por no lograr acercarnos a ella sin mencionar las muchas máscaras que optamos por ocupar para confirmarle al mundo y a nosotros mismos que nos acercamos. Pareciera que falta un condimento en el platillo principal y se desconoce la receta exacta para lograr ese platillo llamado realización o plenitud. Parece importante profundizar en este “sin sentido” que podemos llegar a vivir todos los seres humanos con la finalidad de clarificar de que manera es posible salir de este estado psico-emocional explicito o encubierto de insatisfacción, sufrimiento y desolación que suele aquejarnos en diferentes proporciones y momentos de nuestra vida. 


DESARROLLO    

¿Cómo saber si lo que siento es una crisis espiritual? Como dice Caroline Myss: “ Generalmente, la crisis comienza con una sensación de ausencia de sentido y finalidad, que la persona no puede remediar simplemente barajando los componentes externos de su vida. El anhelo es mucho más profundo, no lo puede satisfacer un aumento de salario o una promoción, ni un matrimonio o una nueva relación. Las soluciones corrientes no ofrecen ningún atractivo.”    

“Sentir miedos nuevos y raros también es un síntoma de una crisis espiritual. Estos miedos no son corrientes, como lo son el miedo al abandono y a envejecer, sino que producen la sensación de estar desconectándose de la propia identidad. «Ya no sé muy bien quién soy ni lo que deseo de la vida»”    Todo esto nos refleja un intenso anhelo por sentir devoción, protección y cuidado de algo más grande a nosotros.  Lo cual fácilmente nos puede  remontar a un momento importante de nuestras vidas. La primera etapa de vida, cuando siendo bebés somos acogidos por una figura más grande y adulta que nos provee de sustento, amor, energía y protección. En ese momento en donde aún no nos diferenciamos podemos percibir una unidad con el entorno, este combo de sentimientos, emociones y sensaciones de bienestar físico, emocional y energético que nos brinda la unión con aquello más grande que yo. Desde ahí podemos inferir que todos los seres humanos contamos con esa necesidad pre-verbal de unión y comunicación sensorial con ese algo más grande que yo que me comparte su presencia y responde a mi comunicación de vuelta. Basta poder observar como llega un bebé conectado al mundo confiando y permitiéndose ser acogido por el entorno y las figuras de protección que lo rodean.  

Conforme nos vamos desarrollando, nos vamos diferenciando,  vamos perdiendo poco a poco este sentido de unidad por tener que cumplir un rol dentro del sistema social y nuestro entorno nos va configurando de cierta forma. Pero siempre queda grabado en nuestro espíritu ese recuerdo de aquella unidad y por lo tanto el anhelo de esa unión. Si nos sumergimos en ese anhelo y permitimos observarlo más allá de lo físico y tangible, podemos darnos cuenta de que tiene una facultad energética, un impulso de unión con el todo.  Contamos con la capacidad de auto-observarnos y darnos cuenta que es algo que va más allá de nuestra corporalidad humana. Como dice Marilenca Bailey: “Lo que nos sucede a los humanos es que no sólo somos energía, sino que somos energía consciente, o sea que nos damos cuenta de que somos energía. La evolución de nuestro ser tiene que ver con la energía y la conciencia.”  Desde ahí entonces hacerle caso a nuestro anhelo por regresar a la unidad y buscar conscientemente esa unión de mi energía con la energía divina de la existencia o dios parece una tarea de hacer y no solo de esperar a que suceda por arte de magia. Tiene que ver con la intención activa que tengo de salir de un estado separado para irme colocando en un estado de mayor sintonía y conexión con el todo. ¿Qué es lo que nos frena a la acción en este deseo de conexión? Nuestra propia interpretación de la realidad, la cual ha sido condicionada en gran parte por nuestras experiencias de vida del pasado. 

Según dice Greg Braden: “Mediante los filtros de la percepción nos esforzamos en hacer que nuestras experiencias amorosas, amistades, finanzas y salud encajen en la estructura creada por las experiencias del pasado. Aunque estas demarcaciones puedan funcionar, ¿qué beneficio nos aportan realmente? ¿Cuántas veces hemos reaccionado ante la vida de una forma que hemos aprendido de otra persona, en lugar de basándonos en lo que nuestras propias experiencias nos han enseñado? ¿En cuántas ocasiones hemos dejado escapar una mayor abundancia, relaciones más profundas o trabajos más satisfactorios porque la oportunidad que se nos presentó se parecía a otra de nuestro pasado y huimos en dirección contraria?”   Lo cual nos hace reflexionar en como colaboro activamente con mis filtros y percepciones para desconectarme de la totalidad y vivirme como un ser aislado. Desde este planteamiento la propuesta es adueñarnos y responsabilizarnos de la construcción que hago de mi realidad. Promover activamente mi conexión con la totalidad, dios, existencia, matriz divina y abrirme a ese cobijo y compañía que me sostienen y además se comunica conmigo de forma directa si yo me permito escuchar y percibir. Cómo dice Deepak Chopra: “la mayoría no vive en el nivel del alma. Por eso, lo único que puede mostrarnos la voluntad del Universo son las coincidencias. Todos hemos experimentado coincidencias en nuestra vida. La palabra misma describe perfectamente su significado: «co» significa con; «incidencia» significa suceso. Así pues, las coincidencias son sucesos que ocurren con otros acontecimientos, dos o más sucesos que pasan al mismo tiempo. Como la experiencia de la coincidencia es universal, la mayoría tendemos a restarle importancia. Son momentos extraños de la vida que nos maravillan y olvidamos al poco tiempo. Cuando empezamos a considerar las coincidencias como oportunidades, cada una adquiere significado. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad para la creatividad. Cada coincidencia se convierte en una oportunidad para convertirte en la persona que el Universo quiere que seas. Esta es la verdad última del sincrodestino: la suma total del Universo está modificándose para crear tu destino personal. Para ello utiliza «conexiones no circunscritas y no causales».”   Abrirme a los mensajes de la vida y aprender a interactuar con este lenguaje me apoya para desarrollar mi ser espiritual en sus necesidades evolutivas de trascendencia. Cómo dice Greg Braden: "La Matriz Divina refleja constantemente nuestras creencias, sentimientos y emociones a través de los acontecimientos de nuestras vidas, el mundo de la realidad cotidiana nos proporciona revelaciones sobre las dimensiones más profundas de nuestros yoes escondidos. En nuestros espejos personales se nos muestran nuestras convicciones, amores y miedos más verdaderos. El mundo es un poderoso (y a menudo literal) espejo, un espejo que no siempre es fácil afrontar. Con una franqueza total, la vida nos proporciona una visión directa sobre la realidad última de nuestras creencias, y a veces nuestros reflejos se nos presentan bajo formas que nunca esperaríamos.”   ¿Cómo puedo promover activamente mi conexión con la totalidad? Buscando re-configurar mi historia, mis vivencias y limpiando mis filtros para poder sintonizarme de manera cada vez más directa a la sabiduría del universo, a la vida misma que respira y late a mi alrededor. Permitirme recibir los mensajes que la vida tiene para mi, escucharlos, procesarlos y retribuir en el cotidiano de mi ser/hacer con mis relaciones, con los otros que me rodean, construyendo nuevas realidades más auténticas y más reales. Sintonizarme de manera cada vez más directa es transitar por el camino de la vida siempre en compañía y en sostén de Dios. Estando más en contacto de mi ser auténtico y escuchando mis necesidades de manera más clara. Permitiéndome hacer uso de mi recurso instintual para la unión y la comunicación con el todo, mi intuición. Según dice Gloria Esther Espejel Montes: “El asunto con la intuición es que puede ir antes, después o durante la consciencia. Es atemporal. La inconsciencia simplemente es. Conciencia e intuición están asociadas, son complementarias y ambas proceden del impulso que reúne percepción, comprensión y expresión. Entre ambas hay una frontera tan tenue que a penas se distinguen sus contornos.”   

Todos sabemos que contamos con 2 hemisferios dedicados a diferentes funciones, el hemisferio izquierdo que se encarga de todo lo racional, analítico y cuantitativo, que se maneja por la causa-efecto. Y nuestro hemisferio derecho que se encarga de la parte creativa, lo visual, lo intuitivo. Es el lugar del pensamiento todavía no codificado por el lenguaje, de la comprensión que no ha tomado forma. Dice Gloria Esther Espejel Montes: “cabe preguntarse si el lenguaje, la estructuración, la racionalización, que son estándares de 'la mejor adaptación al medio' en nuestra época, no restringen, no bloquean nuestras capacidades psíquicas al interponer barreras a las aptitudes naturales del hemisferio derecho. El contexto emocional e intuitivo en el que funciona esta parte de nuestro cerebro necesita liberarse de obstáculos para el desarrollo pleno de su función, en perfecta simultaneidad y complementariedad con el hemisferio izquierdo.” De esta forma podemos entender más a profundidad el camino que hay que recorrer para promover esta sintonía con nuestro ser auténtico y con la vida. Una herramienta clave para poder permanecer en contacto conmigo y con la divinidad es hacer uso consciente del puente de comunicación entre la vida y yo. La respiración. Como dice Marilenca Bailey: “Diversas tradiciones han desarrollado técnicas específicas de respiración para ponernos en contacto con la dimensión espiritual. Dependiendo de la historia de cada uno, de su carácter, algunas personas inhalan más de lo que exhalan, y otras exhalan más de lo que inhalan. Hay quienes se detienen mucho tiempo entre la inhalación y exhalación y otras que respiran sin detenerse para nada. Sin embargo, es importante que haya un equilibrio en nuestra respiración: entre tomar y dar, que establezcamos un patrón estable de respiración dinámico que nos cargue y descargue y así nos conecte con la vida.”   Por lo tanto yo al poder presenciar mi respiración y mi ritmo puedo decidir sintonizarme con la vida y la totalidad para poder estar más alerta y consciente a los mensajes que el universo tiene para mi y a esa comunicación constante que puedo mantener con la totalidad, lo cual me permite tomar del entorno esa energía de apoyo y contención que está disponible para mi.


 CONCLUSIÓN  

Haciendo un análisis profundo a través de los diferentes autores y adentrándonos a la sabiduría implícita en estás reflexiones e investigaciones podemos darnos cuenta que todos los seres humanos tenemos una consciencia que observa y vive la experiencia de transitar por esta vida que en ocasiones tiene su complejidad y nos lleva a estados emocionales/ espirituales de desconexión y aislamiento, lo cual nos puede orillar a sentir sufrimientos profundos que aparentemente no tienen una razón de ser ya que tenemos nuestras “necesidades cubiertas” pero es importante observar que tenemos una dimensión más profunda de nuestro ser que es nuestro ser espiritual y que esta parte de nosotros también requiere de un cuidado, mantenimiento y de un acompañamiento amoroso y de contención.   Este cuidado esta en nuestras manos en el momento en que podemos desarrollar el acceso o la puerta para sintonizarnos y re-cordar aquello que mi cuerpo- mente - espíritu ya saben.   Independientemente a la creencia religiosa que podamos tener, esto va más allá de religiones ya que es la misma energía del universo que sostiene a todo lo que el mismo ser humano ha creado y con lo que interactúa. Nos invita a permitirnos experimentar más desde el hemisferio derecho del cerebro para abrirnos a explorar esta conexión viva que nos rodea y que además nos acompaña de una manera directa comunicándose con nosotros. Nos provee de ese sostén y acompañamiento que nos hace falta muy seguido para nutrirnos, sentirnos seguros y protegidos en nuestro caminar día a día. Y solo basta con tener una actitud consciente e intencionada de trabajar aquellas creencias, juicios y limitaciones que me alejan de una percepción ecuánime de la vida para entonces sintonizarme con la fuente, la existencia, dios, la matriz divina y tomar ese sostén que esta en todo momento acompañándome.     


BIBLIOGRAFÍA: Anatomía del Espíritu - Caroline Myss Introducción a la energía - Marilenca Bailey Jáuregui 

"La Matriz Divina" - Gregg Braden Sobre la intuición - Gloria Esther Espejel Montes La respiración y la consciencia, 2006  – Marilenca Bailey Jáuregui Sincrodestino – Deepak Chopra

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