Toda relación de pareja es la unión de dos individuos con sus propias historias, opiniones, personalidades, deseos, intereses y valores. Por otro lado, la vida en común atraviesa por una serie de etapas que conllevan sus propios retos: separarse de las familias de origen, la llegada de los hijos, luego su adolescencia, el nido vacío –o como yo le llamo, “el nido lleno o nido rico”–, la jubilación, etc. Por esto no es de extrañar que incluso en las parejas felices y armoniosas, sus integrantes tengan que resolver diversos conflictos a lo largo de su historia.
Algunos de estos conflictos son fáciles de dialogar, pero otros pueden ser muy complejos e intensos. A menudo las parejas se sienten abrumadas por los conflictos, se friccionan y pelean por los mismos temas. Al no llegar a acuerdos, al no poder conversar ni resolver, empieza un importante distanciamiento y una desesperanza.
El discutir sin herramientas adecuadas lleva a la pareja a hablar y hablar de lo mismo, patina, se desespera, se agrede, por lo que cada vez se engancha más y cada uno se pone en posturas más extremas. En este nivel hay poco humor y afecto, pocas emociones positivas que implican un verdadero y franco estancamiento. A medida que avanza este círculo vicioso se empieza a ver al otro como enemigo, los miembros de la pareja se sienten solos, se anuda el conflicto y por ende, se estanca. Desde el exterior los conflictos ajenos se pueden ver sencillos, mientras que al interior de la pareja se viven como algo grande y complicado. Los conflictos se clasifican en dos categorías: los que pueden ser resueltos y los perpetuos, es decir, los que formarán parte de nuestra vida siempre de una forma u otra. No es fácil diferenciarlos, ya que los problemas solubles e irresolubles tienen sus propias distinciones.
Los problemas irresolubles ¿Sabías que 69% de los problemas son irresolubles?, que esta cifra va en contra de lo que te han dicho toda la vida. Resuelve… resuelve y resuelve… Por tanto, al abordarlos, el objetivo “no es resolverlos”, se trata de atravesarlos, aprender a vivir con ellos y no atorarse en ellos: poderlos dialogar, incluso con humor y sabiduría, ya que lo que sucede es que la mayoría de los problemas irresolubles se estancan.
Cuando elegimos a un compañero a largo plazo estamos eligiendo inevitablemente una serie de problemas irresolubles con los que tendremos que convivir. En los matrimonios inestables estos problemas acaban con la relación, pues ingenuamente pensamos que podemos convencer al otro de nuestra postura, sin darnos cuenta que dicha postura toca temas profundos de la experiencia de vida individual de tu pareja: sus anhelos más profundos, sus temores, sus sueños, sus luchas… A pesar de sus diferencias algunas parejas pueden seguir satisfactoriamente casadas porque pudieron encontrar una forma de tratar con su problema irresoluble, de modo que no los asfixiara.
Han aprendido a mantener el problema en su lugar y a contemplarlo incluso con sentido del humor. Estas parejas entienden intuitivamente qué problemas forman parte inevitable de la relación, de la misma forma que las enfermedades crónicas son inevitables en algunos casos y sobre todo cuando uno envejece. Son como un dolor de espalda o un codo de tenista. Tal vez el problema no nos guste, pero somos capaces de vivir con él, de evitar situaciones que lo empeoran, de desarrollar estrategias y métodos que nos ayudan a tratar con él.
Los problemas irresolubles son principalmente por:
1) Diferencias fundamentales en sus personalidades que crean conflictos repetidamente, o 2) Por diferencias fundamentales en las necesidades de sus estilos de vida.
Las necesidades son totalmente personales porque responden a quién eres tú como persona o a tu propia identidad. Corresponden a alguna experiencia temprana y que se sigue “asomando en tu vida adulta”. El tema se estanca, o se atora si sigue causando dolor, pena y sentimientos de rechazo. Las discusiones sin fin simbolizan una profunda diferencia entre la pareja, que requieren ser definidas para poner el problema en su sitio. Se necesita estar dispuesto a explorar las causas ocultas que provocan el estancamiento para poder compartir los sueños personales que tienen en la vida. Los sueños no realizados están en la base de todo conflicto irresoluble.
¿A qué nos referimos con los sueños detrás del conflicto? A las necesidades profundas que debido a nuestra infancia o a alguna experiencia significativa de vida nos ha generado un deseo profundo de lograr algo, un temor de perder algo. Ejemplo… En los matrimonios inestables, los problemas perpetuos acaban por matar la relación, las parejas se quedan estancadas en ellos, sostienen las mismas conversaciones al respecto una y otra vez dando tumbos sin resolver nada. Cada uno se enquista cada vez más en su posición hasta que se sienten abrumados y es cuando empiezan el lento proceso de intentar aislar el problema, logrando únicamente distanciarse el uno del otro.
Esto los llevará a vivir vidas paralelas y a una inevitable soledad: el toque de difuntos para cualquier relación. Como mencionamos anteriormente, los problemas irresolubles se convierten en problemas estancados pero los problemas solubles pueden estancarse si no los aprendemos a manejar, o si la cuenta emocional bancaria de nuestra relación está en números rojos; sin embargo, siempre son más fáciles de desanudar.
Los signos de estancamiento
*El conflicto te hace sentir rechazado por tu pareja.
*Hablan de lo mismo sin avanzar.
*Se planta cada uno en su posición sin estar dispuesto a ceder
*Cuando discuten acaban frustrados y heridos.
*Las conversaciones sobre el tema carecen de afecto o buen humor.
*Al paso del tiempo son cada vez más inamovibles lo que los lleva a insultarse durante las discusiones.
*Los insultos hacen que se planten más rígidamente en su postura imposibilitando cada vez más llegar a un acuerdo.
*Finalmente se distancian.
Los grandes y pesados temas de tu matrimonio, aquellos que permanentemente te causan mucho dolor son los temas perpetuamente estancados. Por ejemplo, si tú te sientes básicamente traicionado o no respetado por algo, o tienes muchos problemas en superar algo que pasó (como alguna ocasión en que tu pareja te humilló en frente de algún familiar o por una relación extraconyugal), eso puede tratarse de un problema estancado no solucionable.
Si tienes un problema personal (como depresión o enfermedad crónica) probablemente también te creará temas irresolubles que pueden o no estancarse. Los problemas irresolubles no se pueden resolver en sí mismos. El objetivo sería reconocerlos y utilizar las herramientas para dialogarlos.
Moverte de un conflicto estancado a una situación dialogable hace una gran diferencia en la relación.
Lo que corroe no es el problema en sí, sino el desgaste que genera su mal manejo dentro de la relación.
Hay una regla básica a considerar: basta que uno de los dos piense que el problema es irresoluble para que lo sea. Distinguir entre el tipo de problemas también es difícil, no necesariamente los tienes que distinguir y reconocer ahora, el objetivo en este momento es que puedas dialogarlo. Los problemas solubles también son negativos pero no tienen agendas ocultas, son realmente relativos al tema que se discute, parecen sencillos comparados con los irresolubles, pero pueden causar mucho sufrimiento, ya que el que un problema tenga solución no significa que se solucione. Sin embargo, los problemas solubles podemos identificarlos cuando parecen menos dolorosos, menos intensos y en ocasiones de forma sencilla se resuelven. Esto es porque al discutir sobre ellos nos concentramos sólo en un dilema o situación particular.
Pero cuando un problema soluble provoca una tensión excesiva es porque la pareja no ha aprendido técnicas efectivas para solucionarlo. La culpa no siempre es de la pareja, la mayoría de las estrategias que dan las revistas, los conferencistas, y hasta los terapeutas, es validar la perspectiva del otro y aprender a escuchar, aunque el enfoque alternativo a la resolución de conflictos consiste en:
*Plantear las discusiones con suavidad y no con violencia.
*Usar efectivamente los intentos de reparación.
*Percibir tu fisiología durante las conversaciones tensas.
*Aceptar la influencia del otro.
*Llegar a un acuerdo o compromiso.
Otras claves para la resolución de todos los conflictos Comunica aceptación básica de la personalidad de tu compañero. Por nuestra naturaleza humana es prácticamente imposible que aceptemos consejo de nadie a menos que sintamos que esa persona nos comprende. Antes de pedir nada a la pareja ella debe sentir que la entiendes, que no la juzgas ni rechazas.
Si la pareja se siente rechazada, criticada o poco apreciada, se enojará y se pondrá a la defensiva. En todas las discusiones, solubles o no, ninguno lleva toda la razón. No existe una verdad absoluta en el conflicto de pareja, sino dos verdades subjetivas.
Recuerden: tanto los problemas solubles como los irresolubles pueden ser y estar a su vez estancados o no estancados. Un tema que para una pareja puede ser una minucia, para otra puede representar un problema irresoluble estancado. Aprende a diferenciarlos y a desplegar estrategias y recursos para resolver lo que sí está en sus manos (en la pareja) de ser resuelto y a vivir sabiamente con lo que no es negociable ni tiene solución.
Artículo de: Shulamit Graber Dubovoy